Delsa Solórzano // ¿Lucha de clases?
Es cierto que desde las alturas del poder nacional está planteada una feroz lucha de clases. Para el señor Presidente en este país, en efecto, hay dos clases sociales: los que se arrodillan y le rinden pleitesía y los que se ponen de pie y no le hacen reverencias. Es decir, la lucha de clases nada tiene que ver con los planteamientos de Carlos Marx. Tiene sólo que ver con el deseo del señor Presidente de convertir a Venezuela en su fundo privado, su coto de caza, su territorio. No es cuestión de afanarles los reales a los ricos para darlos a los pobres. ¡Qué va! En modo alguno ése es el tema.
Hay personas con mucha plata, que le aplauden las gracias al señor Presidente.
Automáticamente se convierten en “buenos venezolanos”. Ello se aplica por igual a los que tienen dinero bien habido y a los que se magnatizaron a punta de chanchullos en la cuarta o en la quinta. A ellos, ni con el pétalo de una rosa. Si aplauden o callan, son objeto de elogios.
Pero hay también quienes tienen plata pero no están dispuestos a lamerle las botas al comandante. Así sean honestos, trabajadores, decentes, productivos, caerá sobre ellos el rayo vengador y la mayor ristra posible de insultos, injurias, denuestos y amenazas. Ellos, sus familias, sus empresas, sus negocios, sus actividades, están en “estado de sospecha” permanente, están en la mira de la revolución bonita.
Igual, hay pobres buenos y pobres malos. Buenos son los que gritan consignas y entonan el ya tradicional “Uh, ah, Chávez no se va”. Poco importa si son gente honrada o malandros de la peor calaña.
Lo que cuenta es que griten y apoyen.
Esos son los pobres buenos. Pobres malos son los que protestan, los que con justicia se quejan de las promesas incumplidas, de la falta de buenos servicios públicos, de la inseguridad que ha convertido este país en un gigantesco cementerio, de la carencia de buenos hospitales, del caos de las escuelas.
En Venezuela, quejarse es un pecado y exigir lo que por Constitución es un derecho, ah, eso es delito casi de lesa patria. Total, aquí vamos, en esta puja, en esta ridícula “lucha de clases”. El señor Presidente pierde apoyos. Cada día hay menos arrodillados.
Cada día más gente se pone de pie.
Hay hartazgo, cansancio, hastío. Cada vez que cortan la electricidad, cada vez que un ciudadano abre el grifo y no sale ni una gota de agua, cada vez que alguien asiste al entierro de un fallecido a causa de la inseguridad, el señor Presidente pierde apoyos.
José Mujica, presidente electo de Uruguay, un hombre de izquierdas, no lo pudo decir más claro cuando apuntó que la gente elige un presidente para que le mejore su calidad de vida, no para una gesta absurda. Venezuela no eligió a Chávez para comandar o para armar una insensata lucha de clases. Lo eligió para gobernar. Y eso es lo que no ha hecho en estos largos, ardientes y decadentes once años.
Fuente: Tal Cual. Venezuela
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