Delsa Solórzano // Libertad de decir
EL SAGRADO DERECHO a la libertad de expresión tiene tres elementos fundamentales: el de no ser perseguido a causa de las opiniones que se emitan, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundir tales informaciones y opiniones por cualquier medio o vehículo de comunicación, es decir la libertad de decir. Estos tres elementos quedan suficientemente claros en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que tiene rango constitucional en nuestro país.
En Venezuela existe relativa libertad de decir, la cual es convenientemente confundida por el régimen con la libertad de expresión. Es común escuchar a personeros gubernamentales haciendo pomposas afirmaciones como "aquí hay libertad de expresión; los periodistas pueden decir cualquier cosa".
CRASO ERROR. La persecución a los periodistas y dueños de los medios por sus opiniones es cada vez mayor. Ejemplo vivo de ello son los patentes casos de los periodistas Ibéyise Pacheco, Gustavo Azócar, Patricia Poleo, Marianella Salazar, Napoleón Bravo, Marta Colomina y Tamoa Calzadilla, sólo por mencionar algunos de los innumerables periodistas que han sido perseguidos o maltratados por este des-gobierno.
Más allá, vemos cómo los medios son constantemente asediados, multados, cerrados y ahora perseguidos a través de la Ley Resorte, instrumento legal completamente inconstitucional no sólo por violar la propia Carta Fundamental venezolana, que establece la prohibición de censura previa y el pleno derecho a la libertad de expresión, sino por violar además el Pacto de San José, que prohíbe la utilización de los instrumentos del Estado como medio para reprimir tal derecho.
DICHO LO ANTERIOR, queda claro que la libertad de expresión no es solamente la libertad de decir cualquier cosa o difundir alguna información. Es también el derecho a no ser perseguido o apresado por ello; es la libertad de investigar y, por supuesto, la de resguardar la fuente. Si esto se viola en cualquier otro país, es igualmente reprochable.
NUESTROS PERIODISTAS son diariamente agredidos por funcionarios gubernamentales. Recordamos la reciente agresión del alcalde mayor contra Gabriela Matute, los tratos irrespetuosos del vicepresidente contra los reporteros y, los más graves, los del mismísimo jefe, el Reyecito de Miraflores, cuyos ataques a periodistas se extienden más allá de nuestras fronteras.
Estas persecuciones o agresiones trascienden también del periodismo. Cualquier disidente del régimen que se atreva a decir o denunciar tiene sobre sí la espada de Damocles de la cárcel o la persecución. Basten los casos del alcalde de Chacao, Leopoldo López, o el de María Corina Machado, quienes obviamente serán siempre perseguidos por el régimen.
Estas son muestras evidentes de la ausencia plena de este derecho en Venezuela. Sin embargo, como es característico de los regímenes autocráticos o dictatoriales, esto, lejos de ser tomado en consideración a los fines de ser corregido, es negado por el régimen y la persecución aumenta cada día más.
PERO NO CALLAREMOS. Periodistas, políticos, dirigentes gremiales y sindicales, luchadores sociales y ciudadanos de a pie seguiremos atreviéndonos a decir las cosas. Quizás seremos perseguidos por ello, pero al menos tendremos la tranquilidad de conciencia de no ser cómplices de este des-gobierno.
Miembro de Primero Justicia
http://www.eluniversal.com/2006/04/01/opi_art_01491F.shtml
http://www.analitica.com/mujeranalitica/lasmujeresopinan/4588102.asp
http://www.eldiariodeguayana.com.ve/libertaddedecir.html
Tambien fue publicado en la prensa argentina. Visite el siguiente link
domingo, abril 02, 2006
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