ESTADO DE DERECHO
Por Delsa Solórzano
Hace un par de años, siendo articulista del vespertino “El Mundo”, escribí un artículo para ese periódico con un título similar a éste. Pero en Venezuela, los años pasan y las situaciones, lejos de mejorar, se agravan. Así, nos vemos obligados a volver sobre el tema.
En las Escuelas de Derecho (o de Leyes, como suele llamarse a la carrera en algunas casas de estudios superiores) una de las primeras cosas que nos enseñan es la noción de Estado de Derecho. Aprendemos a rezar que, para algunos, todo Estado lo es de Derecho, por cuanto debe regirse por las normas jurídicas que lo enmarcan, en tanto que, para otros, el Estado de Derecho es el marco legal que permite a todos los Poderes del Estado actuar con autonomía e independencia, en un sistema “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Según el diccionario filosófico, “el Estado de Derecho se opone (…) a cualquier sociedad política que, aun disponiendo, desde luego, de algún tipo de ordenamiento jurídico (de un Estado de Derecho, en sentido débil), no está plenamente «juridificada», lo que ocurre cuando sectores importantes de la vida política se desenvuelven al margen de las normas jurídicas”.Como podemos ver, todo esto es exactamente el contrario de lo que ocurre en nuestro país.
Pues bien, estos tan manidos conceptos, que tanto he profesado, respetado, enseñado y hasta creído cual mandamiento divino, resulta que en este régimen simplemente no sirven para nada, y al comparar estas nociones con la realidad de nuestro país, nos damos cuenta de porqué a los abogados nos ha dado por repetir que en Venezuela no existe Estado de Derecho.
Evidentemente en nuestro país no hay posibilidad alguna de aplicar la ley o de decir cosas como “eso no se puede hacer porque la ley lo prohibe”. Por el contrario, aquí hemos aprendido que todo lo que establecen las normas está ahí sólo para que el reyecito de Miraflores pueda ordenarle a sus acólitos que lo eludan, evadan o incumplan. Las sentencias reiteradas, que constituyen jurisprudencia, tampoco sirven de nada; sólo son útiles para orientar al juzgador en cuanto a la conveniencia concreta de nuestro reyezuelo caribeño.
Por si esto fuera poco, eso de la división de los poderes sólo sirve para saber cuántos cargos haya para repartirse en la administración pública y nada más. Otra prueba de la ausencia de división entre los poderes es la vergonzosa actuación de la ilegítima Asamblea Nacional, toda pintada de un solo color y que ahora pretende decirnos que las autoridades electorales que elegirá próximamente son las mejores y generarán confianza en todos los venezolanos.
Por lo que respecta al marco legal y esa “cosa” a la que pomposamente llaman Derechos Humanos (porque suena políticamente correcto llamarlos así), no podemos dejar de apuntar que eso depende del lado del cristal con que se mire. Baste mirar como ejemplo al Gobernador Tarek William Saab, o al mismísimo ex embajador Vladimir Villegas.
En Venezuela no existe posibilidad alguna de delinear el marco jurídico de acción en un caso determinado. Esa es la cruda realidad. Aquí cualquier cosa puede pasar, de tal manera que todo lo que nos pregunten a los abogados sólo podrá obtener respuestas dubitativas, dignas de alguien que no conoce la nueva delimitación del concepto de Estado de Derecho.
Estimados colegas, estudiantes de Derecho, apreciado ciudadano que crees en que sí se puede: no dejemos de sorprendernos, no nos resignemos, no nos acostumbremos a este Estado de Desecho que se nos pretende imponer como un sino. Hay que recuperar nuestra Democracia, nuestro Estado de Derecho. Eso únicamente podemos lograrlos si nos mantenemos en pie de lucha sin rendirnos o cansarnos. Esa es la manera, la única manera.
Delsa Solórzano
Abogado, Dirigente Político, Miembro de Primero Justicia
Correo: delsasolorzano@gmail.com
"La Ratona Justiciera"
http://elraton.com.ve/inicio.html
jueves, abril 20, 2006
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