Delsa Solórzano // Revolución de diseñador
Ojalá todos pudiéramos escoger qué marcas usar y vestirnos como se nos venga en gana
Se pontifica desde Miraflores que tenemos que ser autóctonos y fomentar la producción nacional, que las criollas no deben parecer muñecas del Miss Venezuela y toda una ristra de monsergas sobre el "hombre nuevo". Empero, la orden no vale para el jefe del Estado ni sus seguidores.
Los oficialistas adoran andar "a la última moda", con trapos de firma. Jóvenes revolucionarios y ministros están siempre de estreno de ropa "fashion" de diseñador. Alcaldes y gobernadores oficialistas visten Tommy, Lacoste y Avercrombie. Los jóvenes prefieren Nike, Levis, Converse, Vans; los adultos aman a Vuitton, Gucci, Prada, Hermes. Un buen reloj no falta, sea un Omega, Longines o Cartier. Hay diputadas que iluminan las sesiones con el brillo de sus joyas. En las ruedas de prensa descuella el despliegue de marcas, ninguna elaborada por cooperativas criollas ni en el Fabricio Ojeda. Esta conducta tan revolucionaria es igual en cuanto a las bebidas "espirituosas", a los lugares de moda que frecuentan y a los fiestones. No falta el lujoso vehículo, blindado, con escolta y chofer, ambos imprescindibles. Y si el vehículo es Hummer, tanto mejor.
Este estilo de vida, un tanto pomposo para mi gusto, no es sin embargo criticable por sí solo. Y no estaríamos escribiendo sobre ello si al menos fuere muestra del progreso de todo el país y no sólo de quienes gozan de las mieles del poder. Es criticable, y mucho, es cuando se conmina a los pobres a seguir siendo pobres ("ser rico es malo") y se les exhorta a usar sólo artículos producidos en Venezuela, pues lo contrario es traición a la patria.
Recientemente un ministro, gagueando, quiso justificar la marca de sus carísimos zapatos (US$550) y su costosísima corbata (US$180, oferta navideña) aduciendo que el 95% de los productos que consume son importados pues no hay producción nacional. Horas después quiso recoger el reguero saliendo en cámara con una franela del Che. Acaso quiso apagar las voces que aún se mofan de tamaña torta.
Señor ministro, como creo no lo sabe, le cuento que en la Candelaria (Municipio Bolivariano Libertador) abundan zapateros que hacen excelentes calzados a mano, tan buenos como sus Gucci. Y sobre corbatas, le doy un dato: como le gusta vestirse de marca, en Venezuela hay magníficos diseñadores (Scutaro, Clement, Carlos Benguigui, etc.). Haga patria. Fomente el consumo de "lo nuestro".
Ojalá todos, sin excepción, pudiéramos escoger qué marcas usar y vestirnos como se nos venga en gana, sin remordimiento alguno. Anhelo el día en que todos, sin exclusión, podamos vestir de diseñador y ello no sea un privilegio del exclusivo club de militantes del Socialismo Autóctono Indoamericano del Siglo XXI.
Dirigente de Un Nuevo Tiempo
http://www.eluniversal.com/2007/12/22/opi_37047_art_revolucion-de-disena_638596.shtml
sábado, diciembre 22, 2007
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